156 años atrás el velero Mimosa fue el barco que trajo a los 153 colonos galeses en 1865, que comenzaron a formar parte de la Patagonia viviendo en unas precarias construcciones en lo que hoy se conoce como Punta Cuevas.
El próximo 28 de julio, fecha en la que se conmemoran los 156 años del arribo del contingente de colonos galeses a la costa de lo que hoy es Puerto Madryn. En estas fechas es normal que aparezca una cantidad apreciable de nuevos trabajos históricos sobre los galeses, sobre la colonia, y sobre lo que fueron las semillas de las primeras poblaciones estables de la Patagonia (recordemos que todos los intentos previos de colonización fracasaron de diversas maneras). Yo voy a aportar mi granito de arena para la ocasión, compartiendo algunas cuestiones.
En primer lugar… ¿por qué “Mimosa”?
Llama poderosamente la atención el nombre, de reminiscencias latinas y amorosas, para un barco de carga inglés. Es un nombre que uno esperaría encontrar en un bote español en el Mediterráneo, o algún velerito de placer centroamericano anclado perezosamente en Yucatán. Pero cuesta asociar “Mimosa” con un velero o clíper anglosajón cargado de té y recorriendo las costas de África o América. Sin embargo, indagando un poco en el uso de este nombre en inglés, podemos encontrar que, al igual que en castellano, “Mimosa” puede aludir a otros significados, como por ejemplo algunas especies de árboles, como la acacia, arbustos, o también es uno de los nombres de una de las estrellas que compone la Cruz del Sur: Beta Crux, Becrux, o Mimosa. Quizás quien le puso el nombre estaba pensando en un bosque de acacias, o en arbustos silvestres con el mismo nombre. A mi me gusta pensar que su nombre le fue puesto con la vista mirando al cielo, a esa pequeña constelación que ayuda a navegantes y viajeros a encontrar el sur. Digamos, sería un nombre profético, una señal del camino a seguir por ese velero, que quedaría para siempre asociado con la Patagonia.
Recuerdos del verano de 1853
Los viejos registros dicen que el velero/cliper Mimosa fue construido por Hall & Co de Aberdeen (Escocia) y botado en el verano de 1853. Según un breve texto extraído del Aberdeen Journal del miércoles 22 de junio de 1853, la botadura se realizó justo el 21 de junio y el destino del barco era, mayormente, el comercio con Sudamérica, tal como se desprende del texto de la nota:
Aberdeen Journal Wednesday 22 June 1853:
‘Yesterday there was launched from the building yard of Messrs Hall, a splendid ship-rigged vessel, named the ‘Mimosa’. Her measurement is 447 tons, new measurement and 540 tons old measurement. The ‘Mimosa’ is the property of Liverpool owners and is the third vessel which Messrs Hall have built for the same parties. She is intended for the South American trade and is to be commanded by Mr Kemp, a gentleman of long experience, whose fair partner gave the vessel her name. The ‘Mimosa’ is a really splendid ship and promises to be worthy of her builders. She at present lies at Provost Blaikies Quay.’
El diario de navegación del Mimosa
Desconozco si se ha preservado, parcial o totalmente, el diario de navegación del velero/cliper Mimosa. Las crónicas del viaje que tenemos, al menos las que son comúnmente citadas, corresponden a los relatos de algunos de los colonos galeses que viajaban a bordo. En los archivos digitales de la British Library hay una serie de colecciones de imágenes que se enmarcan dentro el programa de archivos dañados (Endangered Archives Programme) entre las cuales hay algunas que comprenden numerosas fotos de lugares o temas patagónicos. En particular una de estas colecciones, titulada escuetamente como Patagonia [1910s-1930s], contiene una foto de lo que, supuestamente, es la portada del diario de navegación del histórico velero/cliper. La foto, identificada como “Foto Stillitani”, tiene fecha de junio de 1937, dice ser una reproducción de la primera página del Mimosa. En la parte superior se lee en galés “Covnodion Mordaith y Mimosa”, algo así como “Registro de navegación del Mimosa”, seguido de un boceto del velero, que aparece definido como “Brik-bark” (Bricbarca, un tipo de velero de tres palos). Debajo del dibujo aparecen las anotaciones de los días 24, 25, 26, 27 y 28 de mayo de 1865. Desafortunadamente las anotaciones manuscritas son casi ilegibles, a excepción de la del viernes 26 de julio, que parece ser un recorte de diario (quizás el capitán olvidó hacer las anotaciones, o simplemente, ese día no tenía ganas de escribir).
Cuatro pasajes a lo desconocido
Otra cosa curiosa que viene al caso es una imagen escaneada de lo que fue la factura o ticket de compra del reverendo galés Abraham Matthews y su familia: su esposa, Gwenllian, su hija, Mary Annie (recien nacida), su cuñado, John Murray Thomas, y Mary Ann John (No estoy seguro con esta última). En la factura se puede leer que el velero Mimosa iba a salir de Liverpool con destino a “New Bay” (Bahía Nueva). En la letra chica del contrato se puede apreciar que cada pasajero adulto “contará con no menos de 10 pies cúbicos (283 litros) de espacio para equipaje”. Para tener una idea en términos de vehículos modernos, es casi la capacidad de carga de una Chevrolet Tracker de hoy en día.
Para los más curiosos les puedo decir que en varios sitios de internet podemos revisar el registro completo de pasajeros del Mimosa, con sus orígenes y parentescos. Algunos de ellos son:
Familysearch
Clwyd Family History Society
Welsh Settlers in Patagonia
Viejos registros
El velero Mimosa no estuvo operativo demasiados años, poco más de una veintena, pero fueron suficientes como para que recorriese medio mundo transportando carga. Es posible hallar varios registros en línea donde aparece el Mimosa en las listas de barcos mercantes registrados del Reino Unido.
¿Y dónde está el Mimosa?
El destino del velero Mimosa, según Google y la Wikipedia (lo más parecido a un oráculo), es haber naufragado en el delta del río New Calabar, en el sur de Nigeria, a finales de 1872. No hay detalles de como sucedió, lo cual deja sembrada la duda de si el naufragio se conserva en buen estado, si es accesible, si su rastro se perdió, y un largo etcétera de cuestiones por el estilo. Hay un libro, muy citado (pero fuera de mi alcance) que relata los pormenores de la historia de este barco, Se trata del libro “Mimosa, The life & time of the ship that sailed to Patagonia”, de Susan Wilkinson. Allí, al parecer, dice que el velero fue usado como pontón de depósito para aceite de palma en New Calabar, y que fue desguazado en 1880. También, la base de datos de Crew List Index Project (CLIP), guarda un registro de barcos británicos de 1880 donde aparece el Mimosa como un barco registrado, siendo sus dueños Stuart & Douglas. Sería interesante indagar un poco más en este asunto, y comprobar si en Nigeria hay algún tipo de registro histórico que aclare las cosas. Trataré de indagar un poco más al respecto en el futuro (léase “cuando pueda”, donde “cuando pueda” equivale a un par de años).
El (velero) Mimosa hoy
Para cerrar, quiero contarles que hoy en día existen dos replicas en escala 1:50 del velero Mimosa. Una se halla en Liverpool, lugar de salida del barco, y la otra se halla en el Museo del Desembarco, en Puerto Madryn, a decenas de metros del lugar donde se alojaron los primeros (y duros) meses los colonos galeses, antes de emprender su viaje final al valle del río Chubut. Esta réplica fue construida por el maquetista naval Héctor Francisco Martinoia para los festejos del sesquicentenario de la llegada de los colonos galeses, en 2015. Se trata de una obra artesanal muy detallada, que da una idea cabal de las condiciones en las que viajó ese contingente de hombres, mujeres y niños, en busca de un sueño y una tierra nueva.
Hace poco más de un siglo y medio comenzó un proceso de colonización pacífico que enlazó dos mundos tan diferentes como Gales y la Patagonia. Si bien el punto de partida se halla unos años antes, en las mentes de los impulsores de la idea de una “Nueva Gales”, en la práctica comenzó a ser realidad cuando el velero/cliper Mimosa soltó amarras en las islas británicas y puso proa al sur, en dirección a un territorio casi mítico. Su impronta dura hasta hoy, y seguramente perdurará mucho tiempo más. Mientras tanto, seguiremos recorriendo los caminos que rodean a la Bahía Sin Fondo, en busca de nuevas historias. Hasta la próxima.
Por Patricio Donato
Investigador del CONICET (Redes Eléctricas Inteligentes)
Aficionado a la historia de la Patagonia
Editor del blog Bahía Sin Fondo